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miércoles, 26 de agosto de 2009







Cruz ansada, egipcia o Tau enlazada

Era un símbolo de vida, probablemente también de vida eterna. El círculo superior representaría a la mujer y la recta al hombre. El círculo también podría sugerir la divinidad, la fuente de energía universal que con su aliento dota de vida y movimiento a lo terrenal simbolizado por la línea horizontal. Puede significar el sol, el cielo y la tierra, círculo, brazo vertical y horizontal respectivamente o desde el punto de vista del individuo, la razón, los brazos y el cuerpo. También se la llamó, . Los egipcios la llamaban ankh y era considerada una llave mágica que abría la frontera a la inmortalidad.



martes, 25 de agosto de 2009

El manicomio de Merida


En la ciudad de Caracas - Venezuela, vivía hace un tiempo un joven periodista, el cual trabajaba haciendo reportajes para un periódico, el joven llamado Carlos, de 32 años, tenía una familia muy unida, una esposa y su única hija de 7 años de edad.Carlos estaba cansado porque su jefe siempre le mandaba a que hiciera reportajes aburridos y sin ningún tipo de acción. Un día su jefe lo llamó y le dijo que tenía que hacer un reportaje en la ciudad de Mérida sobre una agencia de turismo cultural; Carlos al darse cuenta de que era otro de los reportajes aburridos que siempre le mandaban le comentó a su jefe que existía un manicomio abandonado allá mismo en Mérida y que según la gente, actualmente se estaba utilizando para almacenar drogas para luego venderlas, así que le dijo que si podía hacer un reportaje sobre eso en vez de hacerlo sobre la agencia de turismo. El jefe se quedo pensándolo un instante y accedió a que Carlos fuera a Mérida e hiciera el reportaje del manicomio.Esa tarde Carlos llegó a su casa, saludó a su mujer y a su hija y mientras almorzaban les comentó que tenía que ir a Mérida a hacer un reportaje, pero Carlos no les dijo que era sobre un manicomio porque sabía que no estarían de acuerdo, así que les dijo que era sobre una agencia de turismo y que volvería en menos de una semana. Esa misma tarde, Carlos empacó su maleta, agarro sus cosas y se despidió de su hija y de su mujer la cual antes de que él se fuera le regalo una grabadora muy pequeña que cabía en la palma de su mano, Carlos la guardó en su bolsillo y tomó las llaves del carro para partir hacia Mérida.En el camino hacia la ciudad andina todo parecía normal, Carlos iba a una velocidad media muy tranquilo, se hizo de noche ya eran las 7:00 PM. y Carlos ya iba a llegar a hospedarse para a la mañana siguiente ir a investigar. Lamentablemente antes de que Carlos llegara al hotel tenía que pasar por el manicomio ya que era la única vía para llegar hasta el lugar de hospedaje, así ocurrió, mientras pasaba por el frente del manicomio su auto tuvo una falla y se apagó, el vio que no había nadie a su alrededor porque era de noche, se percató de que no venía ningún carro y se bajo de su auto a ver que sucedía, él abrió la parte de adelante del automóvil donde se encuentra el motor y las otras maquinas del auto para revisar si había alguna falla, al hacer esto de la nada apreció un autobús que se dirigía frente a él a mucha velocidad, Carlos no encontraba que hacer, así que decidió ir adentro del auto a tocar corneta, así lo hizo, entró al auto e intento tocar corneta pero el autobús no se detenía, Carlos hizo cambio de luces pero no había forma de que se detuviera, lo único que Carlos pudo ver es que el autobús al parecer se conducía solo, después de esto Carlos vio una luz blanca y despertó a la mañana siguiente tirado en la acera frente al manicomio, se levantó y decidió tocar a ver si había alguien y de una vez poder investigar algo, al tocar salio una doctora y lo invitó a pasar, el accedió y entró a conversar con ella, le preguntó si ella sabía algo sobre si en ese manicomio guardaban drogas y ella respondió que no, seguido de esto Carlos le comentó que no tenía donde pasar la noche y la doctora le dijo que podía quedarse allí ya que tenían un cuarto vacío, como no tenía otra opción aceptó.En la noche le tocó dormir en un cuarto junto con otro señor de mayor edad, el cual le decía que se fuera que no se quedara, Carlos no entendía el porqué de esto así que no le prestó atención, al intentar dormir él escucho muchos gritos de torturas pero al final pudo descansar.A la mañana siguiente Carlos se disponía a irse y cuando quiso hacerlo la doctora le dijo que se podía quedar más tiempo y así conversaban más. Llegó la noche y Carlos aún estaba allí, mientras todos dormían intento salir y no pudo porque la puerta estaba cerrada así que volvió a pasar la noche allí. en la mañana del otro día pudo observar a los locos corriendo y algunos subían al techo y se suicidaban y el notaba de que nadie hacía nada por detenerlos, desde ese momento se dio cuenta de que algo andaba mal.Carlos pasó varias noches en el manicomio por la misma razón que había pasado la segunda noche (le dijeron que se quedara más tiempo y cerraron la puerta), durante ese tiempo el notó muchas cosas, notó que el viejo con quien el compartía el cuarto todas las noches se lo llevaban a tortura y lo sometían a electricidad, Carlos intentó salir pero no había forma, hasta que una noche lo buscaron a él y lo llevaron a tortura con electricidad (electromagnetos cerebrales) y desde esa vez todas las noches le hacían lo mismo, él no sabía que hacer ni como salir de ese lugar, decidió llamar a su mujer desde el teléfono del manicomio para avisarle mientras todos dormían, logro hacerlo entrando a la cocina y cuando llamó contestó su mujer y el le dijo: Mi amor! cómo estás? soy Carlos, tu esposo, estoy en Mérida pero aquí suceden cosas muy extrañas y yo quiero regresar y no puedo hacerlo necesito ayuda! Estoy en el manicomio abandonado. La mujer le contestó: Señor deje de bromear! mi esposo murió hace dos semanas. Carlos se quedo mudo por un segundo y en ese momento llegó la doctora y él tuvo que trancar. Allí fue cuando la doctora le dijo que nunca podría salir de allí, que el estaba muerto y que ese era un manicomio de torturas para los que ya habían fallecido.Desde ese momento nadie nunca más volvió a saber mas de Carlos y nadie se atrevió a ir a ese manicomio a investigar nada. Se dice que todo el que pasa por el frente de ese lugar de noche escucha gritos de dolor y lamentos.

Nueve veces veronica


Esto es justo lo que nunca debes hacer: ponerte frente al espejo y repetir nueve veces seguidas el nombre de Veronica. No serías el primero que se rie al conocer esta historia, que lleva circulando por el mundo desde hace varias décadas. Muchos antes que tu han pensado que se trataba de un cuento chino y se han burlado, pero otras personas aseguran que quienes no han hecho caso de la advertencia y han aceptado el desafí­o, han cargado con una maldición terrible. ¿Quien es Veronica? O mejor dicho: ¿quien era? Se trataba de una chica de 14 años que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo espiritismo en una casa abandonada. Todo el mundo sabe que es algo tremendamente peligroso y que jamás debe tomarse como un juego. Ella no siguió las reglas de los fantasmas, se burló durante toda la invocación y una silla que había en la habitación cobró vida y la golpeó mortalmente en la cabeza. Sin embargo, Verónica aun no descansa en paz. Su espi­ritu esta condenado y vaga buscando venganza entre aquellos que no saben respetar el Mas Alla¡, como le sucedía a ella en la vida real. Ana era una chica de la edad de Verónica que conoció la leyenda en su instituto. Sus amigos la picaron, diciendole que no se atrevía a decir \'Veronica\' nueve veces ante el espejo. A ella le daba miedo, pero venció su terror porque le avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una compañera fue a los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre risas, si cumplía la prueba. Lo hizo, no paso nada y el grupo lo olvidó enseguida. Menos Ana. Para ella la auténtica pesadilla comenzó esa misma noche. Estaba en la cama, cuando un sonido la despertó. No se trataba de un estrépito, sino de una especie de susurro indescifrable que oía cerca de la nuca, mientras sentía como si alguien respirara en su cuello. Aterrada, se levantó y encendió la luz. Alli­ solo estaba ella. A pesar de eso, no pudo dormir en toda la noche. Al diía siguiente, no se atrevió a contarselo a nadie. Estaba muerta de miedo, y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la cara y despejarse. Pero cuando entró al baño, hací­a mucho frí­o (como estaban en invierno no le dió importancia) y una capa de vaho cubría el espejo. Ana lo limpió con la mano para comprobar horrorizada que tras ella habí­a una chica que no había visto jamás, con una expresión de espanto y sangre en la cabeza. Fue solo un instante. Cuando se volvió a mirar, ya no habí­a nadie. Ana rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se volvió hacia el espejo vio algo que la dejo helada. Al borrarse el vaho una frase habi­a permanecido escrita: \'Soy Verónica. No debiste invitarme a volver\'. Ana no pudo soportarlo. Hoy pasa sus dias encerrada en un manicomio, y solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Verónica la sigue atormentando.

El corazón delatador por Edgar Allan Poe


Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. ¿Pero por qué afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia.
Me es imposible decir cómo aquella idea me entró en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acosó noche y día. Yo no perseguía ningún propósito. Ni tampoco estaba colérico. Quería mucho al viejo. Jamás me había hecho nada malo. Jamás me insultó. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. ¡Sí, eso fue! Tenía un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en mí se me helaba la sangre. Y así, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.
Presten atención ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... ¡Si hubieran podido verme! ¡Si hubieran podido ver con qué habilidad procedí! ¡Con qué cuidado... con qué previsión... con qué disimulo me puse a la obra! Jamás fui más amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, hacía yo girar el picaporte de su puerta y la abría... ¡oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. ¡Oh, ustedes se hubieran reído al ver cuán astutamente pasaba la cabeza! La movía lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueño del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. ¿Eh? ¿Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tenía la cabeza completamente dentro del cuarto, abría la linterna cautelosamente... ¡oh, tan cautelosamente! Sí, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujían las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontré el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la mañana, apenas iniciado el día, entraba sin miedo en su habitación y le hablaba resueltamente, llamándolo por su nombre con voz cordial y preguntándole cómo había pasado la noche. Ya ven ustedes que tendría que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dormía.
Al llegar la octava noche, procedí con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con más rapidez de lo que se movía mi mano. Jamás, antes de aquella noche, había sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresión de triunfo. ¡Pensar que estaba ahí, abriendo poco a poco la puerta, y que él ni siquiera soñaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me reí entre dientes ante esta idea, y quizá me oyó, porque lo sentí moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarán que me eché hacia atrás... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo sabía que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y seguí empujando suavemente, suavemente.
Había ya pasado la cabeza y me disponía a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbaló en el cierre metálico y el viejo se enderezó en el lecho, gritando:
-¿Quién está ahí?
Permanecí inmóvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no moví un solo músculo, y en todo ese tiempo no oí que volviera a tenderse en la cama. Seguía sentado, escuchando... tal como yo lo había hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.
Oí de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... ¡oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conocía yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dormía, surgió de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecían. Repito que lo conocía bien. Comprendí lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lástima, aunque me reía en el fondo de mi corazón. Comprendí que había estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movió en la cama. Había tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es más que el viento en la chimenea... o un grillo que chirrió una sola vez". Sí, había tratado de darse ánimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se había aproximado a él, deslizándose furtiva, y envolvía a su víctima. Y la fúnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo movía a sentir -aunque no podía verla ni oírla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitación.
Después de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin oír que volviera a acostarse, resolví abrir una pequeña, una pequeñísima ranura en la linterna.
Así lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qué cuidado, con qué inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araña, brotó de la ranura y cayó de lleno sobre el ojo de buitre.
Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empecé a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tuétano. Pero no podía ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, había orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.
¿No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es sólo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento llegó a mis oídos un resonar apagado y presuroso, como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Aquel sonido también me era familiar. Era el latir del corazón del viejo. Aumentó aún más mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.
Pero, incluso entonces, me contuve y seguí callado. Apenas si respiraba. Sostenía la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazón iba en aumento. Se hacía cada vez más rápido, cada vez más fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tenía que ser terrible. ¡Cada vez más fuerte, más fuerte! ¿Me siguen ustedes con atención? Les he dicho que soy nervioso. Sí, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extraño como aquél me llenó de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todavía algunos minutos y permanecí inmóvil. ¡Pero el latido crecía cada vez más fuerte, más fuerte! Me pareció que aquel corazón iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoderó de mí... ¡Algún vecino podía escuchar aquel sonido! ¡La hora del viejo había sonado! Lanzando un alarido, abrí del todo la linterna y me precipité en la habitación. El viejo clamó una vez... nada más que una vez. Me bastó un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchón. Sonreí alegremente al ver lo fácil que me había resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podría escucharlo a través de las paredes. Cesó, por fin, de latir. El viejo había muerto. Levanté el colchón y examiné el cadáver. Sí, estaba muerto, completamente muerto. Apoyé la mano sobre el corazón y la mantuve así largo tiempo. No se sentía el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvería a molestarme.
Si ustedes continúan tomándome por loco dejarán de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopté para esconder el cadáver. La noche avanzaba, mientras yo cumplía mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuarticé el cadáver. Le corté la cabeza, brazos y piernas.
Levanté luego tres planchas del piso de la habitación y escondí los restos en el hueco. Volví a colocar los tablones con tanta habilidad que ningún ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No había nada que lavar... ninguna mancha... ningún rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba había recogido todo... ¡ja, ja!
Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero seguía tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oían las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acudí a abrir con toda tranquilidad, pues ¿qué podía temer ahora?
Hallé a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de policía. Durante la noche, un vecino había escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algún atentado. Al recibir este informe en el puesto de policía, habían comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.
Sonreí, pues... ¿qué tenía que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqué que yo había lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se había ausentado a la campaña. Llevé a los visitantes a recorrer la casa y los invité a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acabé conduciéndolos a la habitación del muerto. Les mostré sus caudales intactos y cómo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitación y pedí a los tres caballeros que descansaran allí de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadáver de mi víctima.
Los oficiales se sentían satisfechos. Mis modales los habían convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cómodo. Sentáronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animación. Mas, al cabo de un rato, empecé a notar que me ponía pálido y deseé que se marcharan. Me dolía la cabeza y creía percibir un zumbido en los oídos; pero los policías continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo más intenso; seguía resonando y era cada vez más intenso. Hablé en voz muy alta para librarme de esa sensación, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez más clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se producía dentro de mis oídos.
Sin duda, debí de ponerme muy pálido, pero seguí hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... ¿y que podía hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podría hacer un reloj envuelto en algodón. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policías no habían oído nada. Hablé con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido crecía continuamente. Me puse en pie y discutí sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido crecía continuamente. ¿Por qué no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido crecía continuamente. ¡Oh, Dios! ¿Qué podía hacer yo? Lancé espumarajos de rabia... maldije... juré... Balanceando la silla sobre la cual me había sentado, raspé con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y crecía sin cesar. ¡Más alto... más alto... más alto! Y entretanto los hombres seguían charlando plácidamente y sonriendo. ¿Era posible que no oyeran? ¡Santo Dios! ¡No, no! ¡Claro que oían y que sospechaban! ¡Sabían... y se estaban burlando de mi horror! ¡Sí, así lo pensé y así lo pienso hoy! ¡Pero cualquier cosa era preferible a aquella agonía! ¡Cualquier cosa sería más tolerable que aquel escarnio! ¡No podía soportar más tiempo sus sonrisas hipócritas! ¡Sentí que tenía que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... más fuerte... más fuerte... más fuerte... más fuerte!
-¡Basta ya de fingir, malvados! -aullé-. ¡Confieso que lo maté! ¡Levanten esos tablones! ¡Ahí... ahí!¡Donde está latiendo su horrible corazón!

Lilith


El término más antiguo para designar a Lilith viene de la palabra sumeria lili plural lilitu, que significa aire o espíritu, ya que en muchas de las culturas antiguas designaban con la palabra aire al espíritu, por lo tanto lilith o lilitu era un espíritu o espíritus, Lilith es contemplada como un súcubo sumerio y había tal demonio en la Babilonia sumeria, esto seguramente entro a formar parte de la concepción hebrea de Lilith, este ser fue conocido con el nombre de Ardat Lilith
En una traducción medieval, encontramos a Lilith como la esposa infiel de Adán y la primera de las cuatro esposas del diablo, Lilith llega a la Biblia procedente de Mesopotamia aquí se encuentra la diosa babilónico-asiría Ishtar, que se sirve de un demonio en forma de prostituta bella y sensual, Lilitu. Está asociada con la pantera, según la tradición talmúdica, Lilith es una seductora mujer con largos cabellos y que pierde a todo hombre que se atreva a dormir solo, Lilith tenía el poder de succionar la sangre de los recién nacidos, concebidos de forma pecaminosa.
Lilith es la más importante de una colección demonios judíos de leyenda
Históricamente ella es más antigua que el judaísmo. Su primera aparición se dio en la antigua Sumeria, en el mundo antiguo solía aparecer en escritos de magia y de hechicería, así como en amuletos, en la Biblia aparece asociada como un demonio del desierto ( Isaías habla de ella) así como en los pergaminos del mar muerto.

También aparece en los últimos momentos el Imperio Romano y el Judaísmo del medioevo, se la relacionaba con los nacimientos de niños y con un súcubo contra el cual los hombres necesitaban protección, aquí aparece Lilith rodeada de los poderes de sus Ángeles Némesis, SNVI, SNSVI Y SMNGLOF, también se muestra en el Talmud y esta claramente relacionada con lo demoníaco, aquí es donde comienza su relación con los súcubos.


Entre los siglos IX y X a. C. Lilith aparece en una obra llamada Alphabet of Ben Sira, es aquí donde aparece por primera vez como la primera mujer de Adán,
En la literatura Cabalística nos muestra a Lilith como esposa de Samael ( Satán) en algunos pasajes participa en la tentación de Adán y Eva, tras la expulsión del paraíso, Lilith se convierte en Subccubus generando unas hordas de demonios, se la personifica como la tentación y el pecado.

Finalmente tiene su lugar en las leyendas vampíricas, como la primera y más poderosa vampiresa reina consorte de Drácula, regente de los sueños eróticos y de las pesadillas.

Elisabeth bathory


Existen muchas leyendas acerca de vampiros. Sin embargo existen documentos oficiales que demuestran la existencia de una auténtica vampira del Siglo XVII. Elizabeth Bathory.
Elizabeth Bathory nacio en 1560 en una de las mejores familias de Transylvania. Tenia muchos parientes poderosos, un cardenal, un principe, y un primo que era el primer ministro de Ungaria. El más famoso de su familia era tal vez el Rey de Polonia Steven.
Elizabeth se caso con el Conde Ferencz Nasdasdy, a la edad de 15 años, sin embargo ella conservo el apellido. Ellos vivian en el castillo Csejthe en Nyitra. El conde tenia fuertes batallas. Su apodo era ´El heroe negro de Hungaria´, mientras el estaba afuera, el sirviente de Elizabeth, Thorko la introdujo al ocultismo.
Elizabeth no podia soportar el dominio de su suegra, ella empezo a torturar las chicas de la servidumbre con la ayuda de su vieja enfermera Iioona Joo, y sus otros complices, el mayordomo Johannes Ujvary, Thorko, un leñador llamado Darvula y una bruja: Dorottya Szentes.
En 1600, Ferencz muere y empieza el verdadero periodo de atrocidades de Elizabeth, para empezar mando lejos a su suegra. Ella era bastante vanidosa y temia a hacerse vieja y perder la belleza.
Un dia por accidente una chica de la servidumbre le jalo un cabello mientras la peinaba, Elizabeth le apreto la mano tan duro a la chica que empezo a desangrar, cuya sangre cayó en la mano de Elizabeth. En el instante ella sintió, en su piel una frescura que nunca habia sentido, ella estaba segura de que habia descubierto el secreto para la eterna piel joven!!!. Ella le dijo a su mayordomo y a Thorko que ataran a la sirvienta, la ataron, la cortaron y llenaron una tina con su sangre. Elizabeth se baño en ella para hacer bello todo su cuerpo. Durante los 10 siguientes años, el impulso del mal de Elizabeth la provello de nuevas chicas para sacarles la sangre en rituales y para sus baños de sangre. Pero una de sus víctimas de escapo y le dijo a las autoridades lo que estaba pasando en el castillo Csejthe. El Rey Mathias de Hungaria le ordeno al primo de Elizabeth, el Conde Cuyorgy Thurzo, governador de la provincia que investigara el castillo.
En Diciembre 30, de 1610, ellos registraron el castillo. Quedaron horrorizados por las terribles cosas que vieron ahí: Una chica muerta en la recamara, desangrada y otra via que su cuerpo tenia hoyos, en el calabozo descubrieron muchas mujeres vivas, entre las cuales algunas habian sido agujeradas, abajo del castillo exhumaron los cuerpos de alrededor de 50 mujeres.
Elizabeth fue puesta en arresto, en su propia casa. Tuvo un juicio en 1611 en Bicse, se nego a declararse culpable o inocente y nunca aparecio al juicio. Un manuscrito del juicio, aun sigue en Hungaria! El mayordomo Johannes Ujvary, testifico que habian sido asesinadas alrededor de 37 mujeres solteras, 6 de las cuales trabajaban en el castillo; las victimas eran atadas hacia arriba y cortadas con tijeras; algunas veces las dos brujas torturaban a las mujeres, o hasta la Condesa misma. La vieja enfermera de Elizabeth testifico que alrededor de 40 mujeres habian sido torturadas y asesinadas. Toda la gente que estuvo involucrada en los asesinatos se les corto la cabeza y se les cremo, exeptuando la Condesa y las dos brujas. Las dos complices brujas se les rompieron los dedos, y fueron quemadas vivas.
La corte nunca hizo convicta a la Condesa Elizabeth de ningun crimen. Unos constructores, fueron al castillo y pusieron paredes en ventanas y puertas dejando a la Condesa adentro. Dejaron un pequeño hueco por donde se le pasaba comida. El rey Mathias II demandaba la muerte para Elizabeth, pero debido a su primo el primer ministro, el rey acordo una indefinida condena, que significaba confinamiento a solas para toda la vida.
En 1614, 4 años desde que la atraparon entre paredes, uno de los guardias queria ver a esa famosa belleza. Y vió su demacrada cabeza en el suelo. Elizabeth Bathory, ´La Condesa Sangrienta´ estaba muerta.
Existen algunas conecciones entre los Bathory y los Drácula. El comandante de la expedición que ayudó a Drácula a a regresar al trono en 1476 era el principe Steven Bathory. Un pariente de Drácula, del castillo de Fagaras, tuvo mucho que ver con los Bathory durante el tiempo de Elizabeth. Las dos familias tenian un diseño de dragón en sus escudos.
Otro detalle fue que la Condesa, cuando tenia entre 4 y 5 años tenia ataques violentos. No creo que haya sido epilepsia, tal vez otro desorden neurológico explique ese comportamiento